lunes, 25 de octubre de 2010

Ser Animal

Se apagaron las luces y miró por la ventana de nuevo. El otro estaba ahí también, con sus ojos planos a dos metros de distancia. Afuera hacía frío y los vidrios de empañaban con la respiración de ambos, pero tan cerca como estaban, podían adivinar los ojos planos del otro y el ritmo de la respiración. Ninguno se movió por cerca de tres minutos, hasta que el cristal se empañó completamente en la parte inferior y tuvieron que buscar juntos algún espacio claro en la parte superior. Otra vez mirando. Una uña larga golpeó despacio, no se fuera a romper, movieron una oreja y al mismo tiempo los ojos como platos se quebraron al expandirse la pupila. Con la misma ala grande de lechuza levantada se hicieron reverencias hasta que tuvieron que bajar juntos a la parte baja de la ventana, saltando de la percha al borde. A dos metros de distancia, la lechuza ansiaba el verano para que el dueño abriera su jaula y ella pudiera conocer a su compañero imitador después del largo invierno.

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