lunes, 14 de marzo de 2011

El Mandinga


Estoy segura de que Mick Jagger y que todos los que fueron de los Rolling Stones hicieron, antes de 1964, un pacto con el diablo. Siempre lo supe pero lo corroboré el sábado en la noche cuando me fumé un porro con Mariano y vimos el Rock and Roll Circus y decidimos que nosotros habíamos nacido en 1943 y muerto de sobredosis de heroína o por alguna estupidez hecha bajo los efectos del LSD y revivido en la era actual. Aunque seamos gente del siglo XXI, seguimos rezando a los adoradores de Don Sata. Hay que sólo ver a Mick poseído mientras canta Simpathy for the Devil para darse cuenta. Todos poseídos ¡Miren a John Lennon! Se sacude para todas partes. Deberíamos hacer un tótem enorme para todos ellos, por eso de lanzarse y violarse a lo desconocido sin miedo. Por eso amamos a Mick y a los demás, porque era definitivamente peligroso codearse con ellos y porque Marinano y yo morimos en nuestra vida pasada en uno de esos conciertos donde las chicas nos follabamos al público y los chicos se pinchaban las venas. Todavía lo hacen pero ahora es rancio, mucho sexo y mucha mierda no aguanta tanto. Pero con Mick era todo nuevo y ese aire le daba a todos la libertad para todo. Como dijo Mariano "la represión le hizo muy bien al mundo" y creo que, hasta cierto punto, tiene razón.
Es obvio que Mick Jagger y todos los Rolling hicieron un pacto con el diablo antes de mil nueve sesenta y cuatro. Sino no estarían como están ahora, con tantos años y drogas y sexo encima y siguen tocando. Con El Mandinga al lado se hacen muchas cosas y ellos lo demuestran. Yo no lo haría porque me da miedo, pero me da rabia tener miedo y creo que lo haría al final por eso, por ser como Mick y violarme lo desconocido con el mismo placer. No, no lo haría.

lunes, 7 de marzo de 2011

Cosas que sólo pueden pasar en esta parte del mundo...

Gabriel García Marquéz convenciendo a Vargas Llosa de escribir un libro sobre la "guerra" peruano colombiana de 1932:

“La mayoría de las tropas colombianas que mandaron a la frontera se perdieron en la selva. Los ejércitos enemigos no se encontraron nunca. Unos refugiados alemanes de la primera guerra mundial, que fundaron Avianca, se pusieron al servicio del gobierno y se fueron a la guerra con sus aviones de papel de aluminio. Uno de ellos cayó en plena selva y las tambochas –hormigas venenosas de cabeza roja– le comieron las piernas: yo lo conocí más tarde, llevando sus condecoraciones en silla de ruedas. Los aviadores alemanes al servicio de Colombia bombardearon con cocos una procesión de Corpus Christi en una aldea fronteriza del Perú. Un militar colombiano cayó herido en una escaramuza, y aquello fue como una lotería para el gobierno: llevaron al herido por todo el país, como una prueba de la crueldad de Sánchez Cerro –el presidente peruano–, y tanto lo llevaron y lo trajeron, que al pobre hombre, herido en un tobillo, se le gangrenó la pierna y murió. Tengo dos mil anécdotas como estas. Si tú investigas la historia del lado del Perú y yo la investigo del lado de Colombia, te aseguro que escribimos el libro más delirante, increíble y aparatoso que se pueda concebir”

viernes, 4 de marzo de 2011

Momento Momento Momento

Estoy escribiendo otras cosas de momento. En su momento se sabrá que es. Es que hay que aprovechar el momento.


"Si escribo lo que siento es porque así disminuyo la fiebre de sentir. Lo que confieso no tiene importancia, pues nada tiene importancia. Hago paisajes con lo que siento. Hago fiestas de las sensaciones. Comprendo bien a las bordadoras gracias a la amargura, y a las que hacen punto de media porque hay vida. Mi tía vieja hacía solitarios durante lo infinito de la velada. Estas confesiones de sentir son solitarios míos. No los interpreto, como quien usase cartas para saber el destino. No los ausculto, porque en los solitarios las cartas no tienen propiamente valor. Me desenrollo como una madeja multicolor, o hago conmigo figuras de cordel, como las que se tejen entre los dedos estirados y se pasan de unos niños a otros. Sólo me preocupo de que el pulgar no estropee el lazo que le corresponde. Después, vuelvo la mano y la imagen resulta diferente. Y vuelvo a empezar."
Fernando Pessoa