jueves, 8 de diciembre de 2011

Estado enemigo

Y se viene agosto con el pasado en la percha,
el pueblo colapsa y los tiempos revientan.
En invierno se vive la apuesta,
unos nacen y otros despiertan,
es la rabia de la lluvia que el frío calienta.
Se revisan los ancestros y
se aprende en la escuela,
que la tierra gira y gira sin estar revuelta
y que Chile se vende como si estuviera en la feria,
como si fuera basura de la abuela.
Salen unos, entran otros y algunos dirán
que nuestro problema es generacional
pero no quiero esperar cincuenta años para ver si pasa algo
a ver si a algún político se le cumple un mango.
Es que en toda América se cuecen las papas,
algunos se queman y otros la sacan barata.
Es que en toda América se sirve lo mismo,
unos se compran los votos y otros los sacan del partido.
A luchar,
porque esta es nuestra la historia,
a luchar,
que nos quedamos sin memoria,
a luchar,
porque no quiero ver pasar el tiempo
sin educación gratuita ni un momento.
A luchar,
porque esta es nuestra la historia,
a luchar,
que nos quedamos sin memoria,
a luchar,
porque no quiero ver pasar el tiempo
sin educación gratuita ni un momento.
Hay que defender
si ellos no defienden,
hay que responder
si ellos se dan con los dientes,
contra la burocracia y la demagogia
mientras al mapuche les zumban las lacrimógenas.
Hay que defender la tierra
de los que la regalan
de los que tiran los ríos
como si fueran pasas
y dejan poblas enteras
sin ninguna haba
mientras a la Barrick Gold
se le llenan las arcas.
Hay que defenderse de los que venden nuestros derechos,
de los que nos quieren hacer comprar el intelecto,
como si fuera fácil y como si fuera bueno
tener en el siglo veintiuno a los niños sin deletreo.
Ustedes son enemigos
si no nos defienden,
ustedes son enemigos
si a nosotros nos venden,
ustedes, gobierno, son nuestros enemigos
si al extranjero le chupan el pico.

lunes, 4 de julio de 2011

Libertad: Presente!

Hace tiempo que no me puedo fumar un porro en paz: las influencias de mi subconciente alterado transforman el placer volátil en la paranoia misma. Como una ola que revienta sobre si misma infinitamente, me cuestiono y me cuestiono hasta que termino en a) enojada con mi Renato por x razón, b) interrupción momentánea de mi capacidad del habla, o c) contándole mis problemas a todo el mundo. Yo, que me jacto de ser una persona consciente de lo que hace y dice, sé que nadie quiere en realidad escuchar ese rollo (excepto el Nato, que por eso nos queremos tanto) y aún así me desvivo intentando encontrar la razón para tal incomodidad interior. No tuve que hacer un gran esfuerzo, mi Nato maravilloso y mi amigo vegetal verde me lo mostraron apuntándolo con el dedo: Estoy aterrorizada ante la pronta libertad que viene con el fin de la vida universitaria.

Soy libre y me cago de miedo. Después de años de dar cátedra sobre la importancia de la libertad, escudándome en las obligaciones cotidianas para no escribir y dedicándome más a vivir y vivir que a vivir y escribir, me llegó la hora de hacerme responsable de mi propia vida, de crearme, que es en definitiva, ser libre. Me cago de miedo porque ahora no tengo escudos y me toca enfrentarme a mis ambiciones, hacerlas realidad, y depende de mi y no puedo culpar a nadie por nada. Sólo a mi. Es la libertad y también la adultez. ¿Qué es ser adulto? Me lo he preguntado un millón de veces, sobre todo cuando alguien ha apuntado que soy una pendeja. Ser pendeja me ha hecho feliz y no he cambiado eso, porque sigo siendo feliz, pero ahora quedo en pelotas ante las posibilidades de la vida y tiemblo.

La vida universitaria fue mi escudo. Encerré ahí mi voluntad y mi libertad porque era una como excusa para no hacer lo que en verdad quiero/debo hacer. Era la coartada de la rutina y la inconsciencia voluntaria para quedarme dentro de la comodidad de mi jaula. La puerta siempre estuvo abierta, pero aquí hay alpiste, agua y abrigo, no me falta nada. Ahora se hace presente un sueño que tuve hace unos años: volaba sobre un bosque tupido de pinos hacia una nube negra y cargada de lluvia. No tenía voluntad sobre mi vuelo y el viento me llevaba. Tenía mucho miedo y quería agarrarme de las ramas y las copas de los árboles, pero el mismo viento las doblaba. Una vez cerca, sentí la excitación y la alegría de saber que hay más allá de la nube negra y cargada de lluvia. Iba a sentir frío y me iba a mojar, pero la aventura estaba ahí mismo y la excitación me hizo preguntarme ¿qué hay más allá?. Ahora estoy a un paso de ese vuelo y el viento vuelve a bendecirme y yo vuelvo a morirme de miedo. Recuerdo las clases de filosofía con el cura del colegio (el único cura que he respetado) y que decía "la libertad viene acompañada de responsabilidades más fuertes que las que acompañan la rutina" y es tan cierto, tan cierto.

Los bueno es que, de alguna forma, me siento lista para esto. Dos semanas más y vida, soy toda tuya.

Nota personal: bajar el consumo de yerba hasta que me sienta bien otra vez. Iniciar la dieta de desintoxicación, que bien me haría. Decirle al Nato que lo amo todos los días.

domingo, 19 de junio de 2011

La necedad de vivir sin tener precio

Porque estamos peleando y no nos cansaremos hasta obtener al última gota de lo que queremos. Tomarnos el jugo, vivirlo nosotros, o sea, estar vivos para que nuestros hijos lo tengan. Ser la revolución, encarnarla en cuerpo y alma. Es importante construirse, es lo más importante.
Les amo a todos a pesar de todo.

martes, 14 de junio de 2011

Te quedas sola

¿Cuántas veces tengo que darte la mano para que te levantes? Me hace mal que no tengo ganas, me hace mal que te miro y eres mi hija, te miro y eres el ser desvalido ¿Quién estuvo contigo cuando yo todavía no era? ¿No pesaba en tu útero el cansancio de esta mano que te levanta? Todos estamos en la misma mierda, todos, si no te amara no lo haría. Soy el ser que ama y que no puede más y que se espanta y huye pero tú ahí, con los ojos puestos en un vacío de nada y me señalas como reflejo cósmico de tus súplicas; me miras luego y no hay forma de evadir la gran nada que te llena.
-Algún día no voy a estar -digo, pero no lo crees, no me crees nada. Dudo entonces y te daño, dudo entonces y no existes, eres el agua que sale de las grietas llenas de espanto, de rodillas frente a mi y yo, tu hija.

reiki1

Es como si tuviera fuego en las palmas de las manos, como ojos, como fibras de nervios que unen las palmas con la piel del otro, finos hilos de luz. Son las luces del cosmos, que vienen, se precipitan, chocan, colapsan, se confunden y se nublan de las bellezas que no somos capaces de ver, para que el cuerpo del otro y el mío las absorban. A veces es mucho, a veces muy poco, siempre depende de la luz.

miércoles, 1 de junio de 2011

Hola a todos!

Hola a todos lo seguidores del anti-blog, ese que no se actualiza jamás, el que en verdad no existe. El estrés me tiene absolutamente bloqueada y aburrida. Sólo me quedan 15 días para el fin de mi vida universitaria, de la farsa del periodismo, de los profesores que son mala onda para parecer interesantes, de los compañeros de universidad, de todo. Estoy desesperada en esta wea, absolutamente. Este ha sido el semestre menos semestre de mi vida y necesito salir para poder trabajar en lo mío, en terminar la obra de teatro, en empezar el guión y en mostrarle un título a mis viejos. Quince días y se acaba la farsa de la educación chilena para empezar una peor, la del trabajo chileno. Lo que en verdad comienza es la carrera por salir, a donde sea, pero lejos, muy lejos de aquí. No quiero pasar mi juventud trabajando para idiotas, cínicos, prepotentes, maricones y mariconas todo! O me encuentro una isla zen donde ganar dinero para mantenerme -no pido lujos- o me aborto a mi misma y para siempre de la vida urbana para intentar vivir en Valdivia (que no estaría tan mal, pero sigue siendo Chile). No quiero vivir acá donde si digo que he viajado paso por cuica de mierda -ah! con razón, escuché en clases cuando dije que había estado en París-, donde ser feliz es tener plata y en hacer todo, TODO, lo concebible para conseguirla no tiene ningún castigo social. Está bien pasarle por encima a tu madre por cien lucas. Me quiero ir de aquí, mucho tiempo, ojalá para siempre.

Cada lugar tiene su infierno dicen, pero este de verdad que no me lo puedo tragar.

lunes, 14 de marzo de 2011

El Mandinga


Estoy segura de que Mick Jagger y que todos los que fueron de los Rolling Stones hicieron, antes de 1964, un pacto con el diablo. Siempre lo supe pero lo corroboré el sábado en la noche cuando me fumé un porro con Mariano y vimos el Rock and Roll Circus y decidimos que nosotros habíamos nacido en 1943 y muerto de sobredosis de heroína o por alguna estupidez hecha bajo los efectos del LSD y revivido en la era actual. Aunque seamos gente del siglo XXI, seguimos rezando a los adoradores de Don Sata. Hay que sólo ver a Mick poseído mientras canta Simpathy for the Devil para darse cuenta. Todos poseídos ¡Miren a John Lennon! Se sacude para todas partes. Deberíamos hacer un tótem enorme para todos ellos, por eso de lanzarse y violarse a lo desconocido sin miedo. Por eso amamos a Mick y a los demás, porque era definitivamente peligroso codearse con ellos y porque Marinano y yo morimos en nuestra vida pasada en uno de esos conciertos donde las chicas nos follabamos al público y los chicos se pinchaban las venas. Todavía lo hacen pero ahora es rancio, mucho sexo y mucha mierda no aguanta tanto. Pero con Mick era todo nuevo y ese aire le daba a todos la libertad para todo. Como dijo Mariano "la represión le hizo muy bien al mundo" y creo que, hasta cierto punto, tiene razón.
Es obvio que Mick Jagger y todos los Rolling hicieron un pacto con el diablo antes de mil nueve sesenta y cuatro. Sino no estarían como están ahora, con tantos años y drogas y sexo encima y siguen tocando. Con El Mandinga al lado se hacen muchas cosas y ellos lo demuestran. Yo no lo haría porque me da miedo, pero me da rabia tener miedo y creo que lo haría al final por eso, por ser como Mick y violarme lo desconocido con el mismo placer. No, no lo haría.

lunes, 7 de marzo de 2011

Cosas que sólo pueden pasar en esta parte del mundo...

Gabriel García Marquéz convenciendo a Vargas Llosa de escribir un libro sobre la "guerra" peruano colombiana de 1932:

“La mayoría de las tropas colombianas que mandaron a la frontera se perdieron en la selva. Los ejércitos enemigos no se encontraron nunca. Unos refugiados alemanes de la primera guerra mundial, que fundaron Avianca, se pusieron al servicio del gobierno y se fueron a la guerra con sus aviones de papel de aluminio. Uno de ellos cayó en plena selva y las tambochas –hormigas venenosas de cabeza roja– le comieron las piernas: yo lo conocí más tarde, llevando sus condecoraciones en silla de ruedas. Los aviadores alemanes al servicio de Colombia bombardearon con cocos una procesión de Corpus Christi en una aldea fronteriza del Perú. Un militar colombiano cayó herido en una escaramuza, y aquello fue como una lotería para el gobierno: llevaron al herido por todo el país, como una prueba de la crueldad de Sánchez Cerro –el presidente peruano–, y tanto lo llevaron y lo trajeron, que al pobre hombre, herido en un tobillo, se le gangrenó la pierna y murió. Tengo dos mil anécdotas como estas. Si tú investigas la historia del lado del Perú y yo la investigo del lado de Colombia, te aseguro que escribimos el libro más delirante, increíble y aparatoso que se pueda concebir”

viernes, 4 de marzo de 2011

Momento Momento Momento

Estoy escribiendo otras cosas de momento. En su momento se sabrá que es. Es que hay que aprovechar el momento.


"Si escribo lo que siento es porque así disminuyo la fiebre de sentir. Lo que confieso no tiene importancia, pues nada tiene importancia. Hago paisajes con lo que siento. Hago fiestas de las sensaciones. Comprendo bien a las bordadoras gracias a la amargura, y a las que hacen punto de media porque hay vida. Mi tía vieja hacía solitarios durante lo infinito de la velada. Estas confesiones de sentir son solitarios míos. No los interpreto, como quien usase cartas para saber el destino. No los ausculto, porque en los solitarios las cartas no tienen propiamente valor. Me desenrollo como una madeja multicolor, o hago conmigo figuras de cordel, como las que se tejen entre los dedos estirados y se pasan de unos niños a otros. Sólo me preocupo de que el pulgar no estropee el lazo que le corresponde. Después, vuelvo la mano y la imagen resulta diferente. Y vuelvo a empezar."
Fernando Pessoa

viernes, 25 de febrero de 2011

Canto a la pampa



Al horizonte de un suburbio

Jorge Luis Borges

Pampa:
Yo diviso tu anchura que ahonda las afueras,
yo me estoy desangrando en tus ponientes.

Pampa:
Yo te oigo en las tenaces guitarras sentenciosas
y en altos benteveos y en el ruido cansado
de los carros de pasto que vienen del verano.

Pampa:
El ámbito de un patio colorado me basta
para sentirte mía.

Pampa:
Yo sé que te desgarran
surcos y callejones y el viento que te cambia.
Pampa sufrida y macha que ya estás en los cielos,
no sé si eres la muerte. Sé que estás en mi pecho. 

Jorge Luis Borges
Luna de enfrente (1925) 

jueves, 24 de febrero de 2011

Jaime Bayly no nos quiere

Los chilenos

Autor: Jaime Bayly
Echado en su cama del hotel Ritz, agobiado de ver los programas de bailes simiescos en la televisión chilena, harto de ver los noticieros que hacen alarde de algún mínimo triunfo deportivo de algún chileno en alguna competencia internacional, apelmazado por las noticias espesas de El Mercurio y levemente irritado por el aire arribista y trepador de La Tercera, hastiado en fin del aire chileno enrarecido que respira a la espera de que aparezca su víctima más preciada, esa mujer esquiva y misteriosa, Alma Rossi, que no aparece y que tal vez nunca aparecerá, Javier Garcés piensa que no tiene nada en particular contra los chilenos, pero tiene mucho en general contra los chilenos. No he sido nunca un peruano con fobia a lo chileno, lastrado por el viejo rencor de la guerra perdida, acomplejado porque ellos prosperaron y nosotros seguimos rezagados y debatiendo con aspereza asuntos que ellos ya zanjaron con inteligencia. No soy antichileno, se dice Garcés. Pero estos días en Santiago, unos días en los que ya he matado a dos chilenos con tan exquisita fruición, me han permitido tener una percepción más exacta de lo que son en promedio los chilenos, y me han permitido por tanto sentir que los chilenos naturalmente me caen mal, aunque no tan mal como mis compatriotas, los peruanos. Pero los chilenos me caen mal, esto está claro ahora y no estaba claro antes, cuando solía venir a menudo a Santiago, a Viña, a Cachagua, a Valparaíso, a Zapallar, a presentar mis libros y dar conferencias sosas. Me caen mal porque son falsos, hipócritas, fariseos, taimados. Me caen mal porque simulan ser conservadores cuando son libertinos. Me caen mal porque fingen ser honrados cuando son tan tramposos como los argentinos (sólo que más discretamente). Me caen mal porque son por naturaleza pérfidos, desleales. No puedes creer en ellos. No te dicen nunca lo que están pensando. Te dicen algo retorcido y fraudulento para obtener algún beneficio generalmente monetario. Les gusta demasiado el dinero. Venden a su madre por dinero (yo no vendo a mi madre por dinero porque la amo y porque vivo del dinero de mi madre, que es una razón más para amarla). Son trepadores, arribistas, y lo peor es que han trepado y ya se sienten más arriba que los demás y te miran para abajo. Y si bien han sabido hacer dinero y sobre todo ahorrarlo, esconden dos defectos que me resultan particularmente despreciables: son avaros, tacaños, miserables, son roñosos, son trémulos y cobardes para gastar, guardan la plata por falta de audacia, por pusilánimes, porque piensan en su jubilación, no en darse la gran vida, como los argentinos, que no ahorran un carajo pero se divierten mucho más. Y luego me irrita que los chilenos miren ahora para abajo a sus vecinos sólo por esa sensación de bonanza que los embarga cuando antes debieran mirarse al espejo. Perdón por la franqueza, pero si elijo a un chileno al azar, es feo, es un guiñapo, es un enano contrahecho, es sujeto de facciones como cuchillos afilados, es feo como una patada en los testículos. Y a pesar de eso, se sienten lindos, se sienten regios, se sienten estupendos, se sienten Primer Mundo. Primer Mundo, los cojones. Son sólo una tribu más, una tribu como la argentina, como la peruana, como la uruguaya, sólo que, como les da miedo divertirse y gastar el dinero, como ahorran por instinto conservador, son ahora una tribu pujante que sale a comprar negocios en las tribus vecinas. Pero eso no los hace mejores, los hace más odiosos porque se permiten un aire de superioridad, una mirada condescendiente, y son sólo unos rotos culiaos, con perdón por la ordinariez. No tengo nada contra los chilenos en particular, y tengo amigos chilenos, y conozco a chilenos encantadores en Santiago y en Lima y en Madrid, pero tantos días de reclusión en el Ritz y de minuciosa contemplación de los hábitos y costumbres chilenos me llevan a esta severa conclusión: en general, los chilenos me caen como el culo y cuando los escucho hablar con esa tonadilla tan insoportable me caen aún peor. Prefiero mil veces a los argentinos. Prefiero mil veces a los colombianos. Prefiero cien mil veces a los uruguayos. Los chilenos suelen ser falsos, lambiscones, desleales, buenos para la intriga y el chisme, ensimismados contando sus pesitos revaluados, de pronto orgullosos de la tribu a la que pertenecen porque un tenista gana un puto partido o porque van al mundial de fútbol y vuelven a perder con Brasil, tanto nadar para morir ahogados. Javier Garcés piensa que un chileno promedio es tan feo como un peruano promedio y tan mentiroso como un peruano promedio aunque menos haragán que un peruano promedio, pero eso que algunos encuentran meritorio, el espíritu laborioso y pujante y emprendedor del chileno promedio, es lo que a Garcés le inflama o irrita un tanto los cojones. Porque, se dice Garcés, el chileno no es bueno como amigo, te traiciona casi siempre, y tampoco es bueno como socio, te quiere sacar ventaja casi siempre, y tampoco es bueno para el vicio, porque les sale el pudor y la mojigatería y cada tres calles hay una estatua al fascista santificado de Escrivá de Balaguer. Lo que no sé, piensa Garcés, es si la mujer chilena es buena para culear. Y está claro que, en promedio, una chilena está más buena que una peruana, aunque nunca más buena que una argentina, pero sí he visto estos días en Santiago a no pocas chilenas a las que les empujaría la verga, gustoso. En conclusión, los chilenos me caen como el culo pero me gustaría darle por el culo a una chilena y hacerla mi rota culiá, piensa Garcés, y toma una copa de champagne, y piensa a cuál de sus amigas chilenas debería llamar para invitarla a cenar y tratar de llevársela a la cama. El problema es que todas están casadas, se detiene a pensar. Aunque esto, bien mirado, puede no ser un problema en modo alguno, porque si hay una tribu llena de cornudos es la chilena: hay que ver lo papanatas que son los chilenos para dejarse engañar por sus mujeres, hay que ver lo astutas y mitómanas y putitas que son las ricas chilenas casadas para buscar un buen pedazo de verga fuera de casa, habrá que ir llamando a mis amigas chilenas a ver cuál me presta un rato su culito, piensa Garcés. Chilenos del orto: ¿todo el puto día tienen que estar bailando tonadillas afiebradas brasileras en televisión? Tengo que salir a caminar, piensa Garcés, y seca la copa de champagne y apaga el televisor, harto de esa chusma de putas y maricas y animadores vocingleros y concursos de bailes simiescos. Y después dicen que son alemanes o ingleses estos huevones, piensa Garcés, en el ascensor: los chilenos son tan bárbaros y feos como nosotros los peruanos, basta de hipocresías.

(Fragmento de Morirás Mañana 2, El Misterio de Alma Rossi, novela que será publicada por Alfaguara después del verano y está ambientada en Santiago, Viña del Mar, Reñaca y Zapallar).

Plegarias pal final del día

Cuando me canso pesco lo que encuentro y con las manos llenas salgo al jardín buscando al tordo que dejó abandonado el invierno. El tordo no tiene nada que andar haciendo aquí. La bandada voló al sur siguiendo el frío y solo en el jardín es el son que anda marcando el día. Cuando me canso pesco lo que encuentro y se lo llevo. Tiene las alas buenas, pero no vuela. Tiene el canto bueno, pero no canta. Tienes las plumas negras que resplandecen a la luz del sol. Me mira atento y miedoso con los ojitos negros y brillantes. Le llevo las manos llenas de frutas pa que coma y se haga fuerte. Al día siguiente el tordo sigue ahí, las plumas finas y azules bañadas del rocío. El tordo tiene pulgas. Cuando me canso pesco lo que encuentro y bañé al tordo en vinagre. Al día siguiente los bichos se le caen muertos. Cuando me canso pesco lo que encuentro, con las manos llenas le llevé notas de música pa que coma. Cuando me canso pesco lo que encuentro, con las manos llenas le paso miel pa que se endulce. Cuando me canso pesco lo que encuentro, con las manos llenas le paso agua con limón y menta pa que tome. El tordo come y come y al día siguiente ya se fue.

Cuando me canso pesco lo que encuentro. Hay una rata que un gato no se decide a comer. Juegan al gato y al ratón. Pero no pesco na'. De na' de na'. Cuando me canso pesco lo que encuentro, pelo una sandía y con la pulpa jugosa en las manos me baño pal calor, me baño pal calor. Cuando me canso pesco lo que encuentro y con las manos llenas le digo chao al día, le digo adiós, que sea lo que Dios quiera hacer con las manos llenas.

martes, 22 de febrero de 2011

oguejuegogeujuegoge

pintame la cara
tengo 24 años
pintame la cara
tengo veinticuatro años
pintame las uñas
no tengo nada
1 9 8 6
seis, seis, seis
no soy nada
quiero morir algún día
esto es un juego

Eco, la congregación de los hijos del Inti

Vinieron las velas grandes desde lejos, por los montes que se encienden de luciérnagas y se puede ver el camino si se bordea esas lucecitas que se prenden y se apagan y llegar a la casa o a la gruta de la Virgen sin perderse. De ahí salieron las velas, en desorden pero con calma, como marcándole el paso a los muertos del Día de Todos Los Santos que venía pronto. Comenzaron cuatro días antes, con las misas y todo Aguas Calientes lo soñó, como si los indios del Wayna bajaran en fila e hicieran la ruta de cuatro días a pie como antes para recibirse a ellos mismos el primero de Noviembre. De día nadie lo comentaba en el pueblo, pero se miraban los ojos achinados a través de las pestañas espesas, cómplices de las luces indias que marcaban el paso de las horas en el sueño de los originarios de Aguas. Nosotros igual los vimos, aunque somos la mezcla mestiza y bastarda del español, aunque la pureza india se nos borró hace siglos, igual los soñamos, como dándonos la bienvenida aunque no fueramos hermanos de sangre sino primos lejanos.

El pueblo al día siguiente era todo silencio. Las velas blancas con sus llamas vivas y el olor a lana fresca era evidente; no se olía, pero estaba. En la taberna lo comenté a un viejo aymara que me miró sin responder. De eso no se habla niña. Durante la noche el pueblo se fue a la cama temprano y los gringos no entendían. Ahí estaban las luces. Habían pasado la gruta y se iban bordeando el Urubamba desbocado y lleno del invierno. Las luces apagadas en el pueblo, los gringos deambulando en las oscuridad y las llamas de los incas entrando sigilosas a los dormitorios de los agüinos. Acá estamos, todos los hijos de Inti, todos bajo su paciente manto, para que vuelvan a las raíces, a donde tienen que ir. Beban del agua del pozo, beban de los jugos de la tierra, beban de los rayos que sobre ustedes reparto para que sea digno el sacrificio de las almas que vuelven al Wayna, a reclamar su pueblo, a ser de veras suyo. Una piedra más de las fortalezas de piedra.

Las luces del Wayna se llevaron al pueblo. Yo los miraba caminar por las calles con paso sigiloso, descalsos, alumbrados por los hijos del Inti que se los llevaba de vuelta a su verdadera naturales, roca de Los Andes. Desde la ventana que dentro de mi sueño se abría, miré las caras extasiadas de los lugareños, la vida que vuelve para ser más vida renovaba, para subir a nacer con todos ellos. Los seguí, pero las llamas de Wayna me dieron una agua de flores de laurel y me dormí.

El pueblo silencioso recibió al alba. Las pisadas descalzas marcadas en el barro a orillas del Urubamba eran la señal. Pero la luz que emanaba desde el pico del Wayna, la luz transparente de los cientos de hijos del Inti que volvieron a su lugar en la tierra, secó con su calor el barro y las huellas de los últimos agüinos se hicieron polvo con el viento.

martes, 25 de enero de 2011

Respuesta a la demanda II

Está bueno ya, la cosa hay que hacerla y la estoy haciendo.
Las palabras de acción acción acción me hicieron hacer una lista que publico para dejar constancia del esfuerzo.
Aunque sea sólo para mí.

-Tratar de escribir en este blog todos los días.
-Leer todo lo que encuentre por delante.
-La sonrisa ilumina el camino. No lo olvides.
-No faltar a clases de salsa.
-Si puedo, tomar clases de cajón peruano.
-Ir más al teatro, conciertos, exposiciones.

Se irán agregando elementos a la lista a medida que se me vayan ocurriendo.

viernes, 14 de enero de 2011

Respuesta a la demanda

Si me saco la cabeza,
si me saco el espíritu
del cuerpo,
queda lo que se necesita
para hacer lo que no estoy haciendo.

domingo, 2 de enero de 2011

Lo que se hace cuando...

Las cosas que se hacen cuando estamos aburridos: comer, pajearse, dormir, ver tele. Separado o todo al mismo tiempo. Se acaban los chocolates, te arden los genitales, insomne y con la luz cortada. Ahí nos vemos las caras. ¿Cuánto tiempo hay que esperar para que, tranquilos, veamos la verdad a la cara?
Inventamos mentiras. Por ejemplo: tengo muchas cosas que hacer, me duele la cabeza, tengo sueño, no puedo ir al cine porque tengo que pagar la cuenta del gas. Se acabó el paracetamol, la dipirona, el valium. Miramos a las pirámides y ya no están ahí. Se las tragó el desierto porque le dolía la cabeza o se lo llevaron de vuelta los extraterrestres que las dejaron ahí para crear otra civilización en otro lado. Los extraterrestres.
Se acaba la comida y vendemos a la abuela. Compramos mucho pan, carne, verduras, vino. No hacemos nada más y nos miramos crecer el ombligo. Que lindo.
Lista para una nueva semana de trabajo.

sábado, 1 de enero de 2011

Media mitad de fruta

Es ser la mitad de algo, no algo completo, no tiene que ser redondo, sino un cuarto o algo así. Eso es lo importante.
Es como tener un pie en Bagdad, otro en Estados Unidos, otro en la parte más comunista de China comunista y otro en algún lugar de Sudamérica. Por gusto, aunque incomode tanto como ser la mitad de algo que nunca será completado.
Pero no tiene miedo. Es una mitad con decisión, por elección propia. Y cada triunfo chico le hincha el pecho pelado. No es nada y no necesita serlo. Es lo que es.
Me voy quedando dormida mientras estoy leyendo y son sólo las 11 de la mañana.