martes, 14 de junio de 2011

reiki1

Es como si tuviera fuego en las palmas de las manos, como ojos, como fibras de nervios que unen las palmas con la piel del otro, finos hilos de luz. Son las luces del cosmos, que vienen, se precipitan, chocan, colapsan, se confunden y se nublan de las bellezas que no somos capaces de ver, para que el cuerpo del otro y el mío las absorban. A veces es mucho, a veces muy poco, siempre depende de la luz.

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