martes, 2 de noviembre de 2010

Venían del sur

Venían del sur
las imágenes que esperaba venían del sur
y yo encogida entre los árboles
la veía.
Las voces, los llantos,
mis llantos,
venían del sur
y mis nubes iban a buscarme
y yo escondida las miré pasar,
pero las vi.
Venían del sur,
no había otra forma
de arrancar entre pétalos la verdad,
mi verdad,
mi sueño,
mi sol.
Venían del sur
y las tierras envueltas en su polvo
me llamaron nueva amiga
y las voces que mi sueño escuchó
me demandaron la luz
y la luz que de mi sale
necesita la caricia salina del desierto
para mojarse.
Venían del sur
los bosques verdaderos,
venían despiadadamente del sur
y los bebí
porque son míos.
En el fondo de las luces
no hay luz real
en el fondo del verde otro verde me quema,
que en la luz de las tinieblas
somos todos uno
y seguimos siendo uno bajo fuerzas
que no sé,
se mecen, están,
pero vinieron del sur las voces
y callada en el verde las escuché
y no se puede desaprender lo aprendido.
Venían del sur y fui,
mi luna venía de allá,
mis estrellas y vuelos.
La madera habla,
la madera grita fuerte y tira los hilos de plata
porque tenía que verlos otra vez
antes de morir de verdad.
Venían del sur
esos vientos que no son nada
ni son de nadie
pero son lo que somos y lo que soy.
Venían del sur los ojos tiernos
y tenía que mirarlos profundo en el negro carbón,
sentir la tierra otra vez.
Venía del sur ese incierto infinito
y como incierta es mi alma
volví a mi bosque vacío
para llenarlo todo otra vez
en la tierra donde nada
es nada.
Vuelvo a mi sur
a buscar el viento polar que me llevó
al lugar donde la tierra se lava de los ruidos de bocinas,
sirenas, crujidos, gritos, petardos, disparos,
al lugar puro donde el viento va a morir
y a nacer;
mi sur.

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